miércoles, 22 de agosto de 2007

El hipertexto, ¿un laberinto virtual?

En textos anteriores hice mención de varios mitos griegos, en los cuales se desarrollaba el concepto de laberinto. Este quedo definido como un lugar de encuentro con uno mismo. Remoto y con infinitos pasajes, sin un certero conocimiento de su azaroso tramo, etc. En este sentido, se convirtió estrictamente en un símbolo universal.

En esta sección, me atrevo a empezar con la compañía de algunas palabras de Jaime Alejandro Rodríguez en su obra "El hipertexto y literatura" referidas a una posible y certera descripción del laberinto:


"El laberinto es una de las imágenes del caos: tiene orden pero es oculto y complejo. Está vinculado, del lado de la producción (diseño), a una complejidad inteligente, y, del lado del usuario, al placer del extravío y al gusto por salir (juego). Por otro lado, es una figura profundamente barroca; tanto que es posible afirmar que la frecuencia de su representación está correlacionada históricamente con épocas barrocas: “allá donde resurja el espíritu de la pérdida de sí mismo, de la argucia, de la agudeza, allí encontramos puntualmente unos laberintos y unos nudos” (Calabrese, 147)."

Estas palabras que etiquetan sin duda la "omnipresencia" de los laberintos en el pensamiento humano son de un capitulo de la obra Jaime Alejandro Rodríguez. Puede observarse que el laberinto es considerado como una figura neobarroca de tiempos inmemorables, donde ya se tenia una concepción significativa bastante solida acerca de su existencia.

Ahora bien, alejados totalmente de esta perspectiva se encuentra el hipertexto. Un sistema que intersecta e interrelaciona textos en diferentes formatos en la gran redes de redes como es Internet. Una red de vinculos y nexos entre diversos recursos textuales y multimediales (con sentido gráfico e interactivo). Para entender mejor su funcionamiento, quisiera compartir un pequeño ejemplo que creo puede ser de gran ayuda pero que sin embargo es digno de contradicciones. Al incursionarse en la tarea de lectura de un determinado texto, seguramente surgen diferentes cuestiones. Obviamente, a medida que se avanza en la lectura es normal que uno vaya encontrando pequeños tropieces conceptuales que quizá dificulten la comprensión o la linea discursiva, a menos que no se perciban como tales. Me refiero especificamente al momento en que uno se encuentra con alguna palabra de la cual se desconozca su significado. Por lo tanto, lo correcto seria buscar su defincion en el diccionario (primer "salto"). Al encontrarla, puede que dentro de la misma, halla alguna otra palabra desconocida. En algunos casos se puede optar por buscar nuevamente el significado de esta ultima (segundo "salto"). Si este el caso, uno puede sentir curiosidad por los nuevos conceptos que se van adquiriendo, que si bien tienen relacion con el texto primario, se puede tener la total libertad de profundizar en sus concepciones. Por esta razon, se podria optar por buscar otros documentos mas extensos que traten temas relacionado a estas palabras buscadas. En este marco, el lector puede decidir si seguir con el texto anterior o "irse" hacia otros temas de igual interes. ¿Esto puede ser considerado como "navegar"? Si se esta "saltando" hacia nuevos textos, ¿no se esta ejerciendo el mismo mecanismo que cuando se usa un documento hipertextuado?.

Sin duda estos planteamiento quedan relegados a las respuestas parciales que puedan surgir de cada individuo. Pero yo creo que claramente un lector de texto impreso o texto electrónico utiliza estructuras expresivas similares en ambos casos (nexos, enlaces, referencias, citaciones, vínculos, etc.). La diferencia radica en la potencialidad, eficacia y eficiencia con se logra con cada uno. Explícitamente, los espacios y los tiempos son muy diferentes. Y esto dependerá exclusivamente de la vocación que tenga cada lector.