miércoles, 4 de julio de 2007

Una busqueda monstruosamente anhelada

El anhelo de búsqueda de la razón de la existencia del hombre en el mundo siempre recorrió nuestras memorias. Es algo ya sabido. El desconocimiento de nosotros mismos es abrumador. Tan solo una pregunta basta para generar un desequilibrio: ¿Quienes somos realmente?. Sin duda, una cuestión molestamente difícil de contestar. Parece ser que la humanidad siempre estuvo condicionada a esta pregunta, como si fuera que buscara algo eternamente. Y es que es difícil pensar que nacimos solamente para vivir y morir; al menos es lo que cuesta creer.

Ahora bien, la siguiente cuestión mas importante sería ¿qué es lo que buscamos?. Acaso será aquello que defina nuestra existencia, aquello que de sentido a nuestra vida, aquello que satisfaga nuestras mas profundas necesidades, aquello que contemple nuestras ambiciones... seguramente estos deseos estarán inherentes en cada ser humano. En este sentido, se suele hablar del "verdadero yo", es decir, aquel ser abstracto que involuntariamente reside en cada humano. Un ser que busca lo desconocido, que demuestra quien verdaderamente somos, que pone de manifiesto las autenticas aptitudes, etc. Algunos quizá lo conozcan como "inconsciente", palabra muy usada por todos y que he reiterado varias veces, por lo que me atreveré a adjudicarle el nombre de "yo interior".

Este "yo interior" que nos persigue insaciable y sin temor, es el verdadero espejo que demuestra nuestras verdaderas intenciones frente a los demás. Un ser que se adjudica hasta el mas mínimo prejuicio de los desconocido. Un prejuicio quizá hasta involuntario. Es parte de su naturaleza, que en definitiva, es inexorable e inevitable.

Una posible y certera demostración (casi inmediata) que enfatice o reluzca esta característica y cualidad innata que tiene la humanidad es la tragedia dramática que nos muestra el mito "Teseo y el laberinto", que sin duda, representa algo más importante que una mera historia bélica y divina. El reto que debe enfrentar Teseo para poder liberar a su pueblo Atenas de la condena impuesta por Minos, el rey de Creta, es aparentemente, una demostración de un genuino valor y coraje: debe matar al "monstruo" llamado minotauro (cuerpo de hombre y cabeza de toro) que se encuentra en el centro de un laberinto construido por Dédalo. Este héroe, hijo del mismísimo rey de Atena Egeo, se postula sin miedo alguno para cometer tal asaña, y es ovacionado por todo el pueblo ateniense. Sin embargo, desde el otro extremo se encuentra la situación de Creta: un ser, traicionado por su hermana (Ariadna) y maldecido rigurosamente por su padre (Minos), fue encerrado en un laberinto sin posibilidad de establecer relación con nadie y totalmente alejado de todo contacto humano (siquiera), fue etiquetado de monstruo, esperando por aquel guerrero que pueda subyugarlo de muerte.
Jorge Luis Borges en su obra "La casa de Asterión" (en este enlace se encuentra la obra, muy recomendable de leer) se atreve a darle una personalidad a este pobre ser, señalando su nombre, exponiendo sus sentimientos mas profundos, sus inquietudes, sus sueños, sus angustias y frustaciones, todos sus pensamientos. Expone un lado del monstruo que todo Creta desconocía: su humanidad.

Cuando llega el punto culmine de la vida del minotauro, es decir, cuando llega su muerte, Borges manifiesta las siguiente lineas como pensamientos de Asterion:

"Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal (...) La ceremonia duro unos pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo me ensangriente las manos (...) Ignoro quiénes son, pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que alguna vez llegaría mi redentor (...) Si mi oído alcanzara todos los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojala me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Cómo será mi redentor?, me pregunto. ¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?"

Se puede observar que Asterion, el minotauro, ignora totalmente si existe alguien de su misma naturaleza. Claramente, también demuestra que no tenia ningún interés por vivir, y es por eso que su muerte era algo que esperaba. Con la ayuda de Ariadna (gracias a una espada y un hilo el cual le indica por donde debe salir), Teseo mata al minotauro y logra salir del gran laberinto. ¿Acaso ese debía ser el fin del marginal? ¿Su condición natural era suficiente razón para recibir tal trato? ¿Era diferente de Teseo? ¿Era diferente?

Paolo Santarcangeli, en su obra "El Libro de los Laberintos", también habla de Asterion. Asume y expone algunas cualidades y características del minotauro:

"El minotauro posee, además de su animalidad, su tristeza, su inocencia, aunque abrumadas por un destino atroz: una animalidad inescindible de la humanidad. Pues, si el Minotauro nació, inocente y víctima, de una unión horrenda ¿por qué ha de expiar una culpa que no es suya?"

Esta contemplación que hace Santarcangeli claramente ubica al minotauro en una posición parecida a lo que sería un símbolo universal de la humanidad, y claramente, señala, al igual que Borges, al minotauro como una víctima irrebocable de su destino maldito. Cabe mencionar que también expone una interesante cualidad de los laberintos, que esta íntimamente relacionado con su centro, y por supuesto, con lo que haya situado en él. Por esto dice:

"Sin un centro no existe un auténtico laberinto en el dinamismo del diseño, del trazado que se ha de recorrer. Toda la atención gravita en torno al mismo, porque en él está la justificación y la consumación, el sentido y la causa, la lógica profunda del signo. (...) No puede faltar, de una manera u otra, en el compuesto simbólico del laberinto, la imagen de un centro."

Y luego:

"¿Qué es lo que hay en el centro? (...) Siempre un ente numinoso; a menudo un nombre impronunciable, un árrheton; una divinidad o el propio Dios, de rostro por fin revelado o aún cubierto por un velo; (...). Y con mucha frecuencia un monstruo en el cual, como el Minotauro, se acumulan culpas y avidez, aspiraciones, sueños y pesadillas inconscientes o semiconscientes."

Posteriormente el autor también explaya que la necesidad de buscar algo en el centro nace gracias al propio interés del hombre. Su camino en el laberinto lo lleva tomar decisiones que están reflejadas en "un espejo" de si mismo. Y que al final, el único misterio que existía era el desconocimiento de uno mismo.

En definitiva, la búsqueda de nuestro propio monstruo no debe ser una idea lejana. Encontrarnos a nosotros mismos, y ver cuan lejos estamos de nuestra naturaleza y relación con el universo, debería ser un pensamiento totalmente indiscutido. Todavía estamos perdidos en un laberinto del cual desconocemos la salida (si es que la hay). Búsquenla sin miedo ni temor. No existe mas monstruo que nosotros mismos.

<----- Notas ----->

Mucha información de este articulo ha sido basado en algunos de los siguientes textos:


Wikipedia
Descripción del cuento "La casa de Asterión":
http://es.wikipedia.org/wiki/La_casa_de_Asterión (copiar este vinculo en la barra de direcciones de su navegador)


Blog Lux Atenea Libros - Proyecto Cultural Independiente
"El libro de los laberintos", Paolo Santarcanlegi:

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ttp://luxatenealibros.blogspot.com/2006/10/el-libro-de-los-laberintos-paolo.html

Blog Taquiones
Apuntes sobre laberintos (un esbozo de laberintística):
http://taquiones-entradas.blogspot.com/2005/09/apuntes-sobre-laberintos-un-esbozo-de.html

Recomiendo la lectura de estos textos para una mejor comprensión de lo tratado aquí.

domingo, 1 de julio de 2007

Una representación existencial

La humanidad siempre busco dar respuesta a aquellas cuestiones que rodean su existencia. Sus orígenes, sus fines y su devenir decoraron a lo largo de la historia sus dudas. Dudas que dieron lugar al nacimiento de la Filosofía Presocrática y Antropológica, las cuales siempre buscaron la verdadera razón de nuestra inevitable relación con la naturaleza, y así, poder llegar de alguna manera a un significado razonable de la vida. Preguntas como ¿de dónde venimos? ¿hacia dónde vamos? ¿habrá fin? ¿hubo comienzo? y muchas más siempre estuvieron de la mano con la humanidad. Claramente, nunca se obtuvo una respuesta ciertamente comprobable a estas cuestiones tan complejas. Solo se dieron conjeturas que satisfacían nuestras mas profundas frustraciones por saber que somos. Mitos, religiones, teorías científicas y quizá otras presunciones fueron y son parte del conocimiento que el hombre lleva acumulado acerca de su historia y existencia.

Figura 1. El Estilo de Chartres, se designó así por la Catedral del siglo XIII en Francia, del mismo nombre, donde este laberinto se encuentra dispuesto en el piso. Comúnmente es mencionado como un circuito de 11 (once senderos o anillos que lo atraviesan, alrededor y en su centro).

Una representación exhaustiva de nuestro porvenir por la vida son los laberintos. A primera vista, un laberinto nos remite a aquel lugar donde un posible ingreso puede llevarnos a ser parte de una juego intuitivo de pasajes y encrucijadas donde la búsqueda de la salida puede llegar a convertirse en una tediosa tarea. Indudablemente, en estas circunstancias, ya se debería de conocer cuáles fueron los motivos del ingreso, y por ende, cuál seria el objetivo de encontrar un egreso. El desconocimiento o no de estos factores infortunadamente formaran parte de la razones por las cuales uno debería moverse, para de esta manera, tomar las debidas elecciones que indefectiblemente señalaran su paradero. Un paradero que podrá estar cerca de el objetivo, o justamente, mucho mas lejos de lo que se creería.

Los laberintos pueden tener miles de formas, y siempre guardando una definición solida de su geografía interna. Primero fueron de forma cuadrada o rectangular, y luego de figura elíptica o redonda pero, en definitiva, son símbolos históricos que aparecieron hace mas de 3500 años a.C. y todavía permanecen en nuestra cultura como forma de juego o escultura (en la Figura 1 se muestra uno de los primeros laberintos circulares). Pero hace muchos siglos los laberintos eran mucho mas que eso. Por aquellos años los laberintos, por ejemplo, representaban una forma de ceremonia o costumbre por la cual se "atrapaban a los malos espíritus" en su interior para salvaguardar la integridad espiritual de un pueblo.
Otro caso es en el antiguo Egipto, donde se encuentran en una tablilla de Pilo como sello de las tumbas.

Figura 2. Estilo popular llamado Clásico, también conocido como Laberinto de Creta y frecuentemente asociado a la Mitología Griega. Por lo General presenta un patrón de 7 circuitos o senderos que se dirigen hacia el centro.

El famoso Laberinto Clásico (o Laberinto de Creta) que se ve en la Figura 2 forma parte de la mitología griega y << debe su nombre a la legendaria construcción diseñada por el inventor Dédalo a pedido del rey Minos de Creta para mantener preso a su hijo Minotauro (monstruo mitad hombre, mitad toro), que acabó muerto por Teseo, quien se adentró en los inextricables pasillos dejando una huella de hilo (que le había dado la princesa Ariadna , hermana del monstruo) >>. Esta pequeña historia encierra un juego maquiavélico ( que paradójicamente, según como se plantee, podría no serlo) que esotéricamente se convierte en una representación mental de nuestra vida. Una posible pero incierta respuesta a nuestro porvenir. Claramente el tiempo dentro de él es infinito, pero el espacio es limitado. Y sus figuras monumentales recorren nuestra memoria hasta hacerla desmayar en la historia. Sin embargo, su concepto recae indefectiblemente en un grado de impotencia: la humanidad todavía no conoce su espacio universal. Es decir, carece de conocimiento razonable para indicar su proveniencia y procedencia en el cosmos. Solo conoce los espacios corroborados históricamente mediante las ciencias o disciplinas religiosas o mitológicas, obviamente también aquellos que planea recorrer a futuro. La imagen de nuestro universo es imposible de representar ya que aun no se conocen sus limites, por lo que se lo considera inmensamente infinito. Nuestra psiquis siempre tuvo la tendencia de marcar un limite, una magnitud fija de las cosas que nos rodean. Tal es así, que solo estudiamos aquello que nos interesa y dejamos de lado toda premisa sin sentido lógico conocido. Nuestra existencia y nuestra forma de pensar y razonar siempre mantuvo una relación estrecha que giro alrededor de ejes de significados muy diversos, que de alguna forma (o inconscientemente) explicaron como vivimos y porque lo hacemos. En este sentido, el laberinto tiene un papel fundamental. Y es que tiene un convenio con nosotros: es aquel que nos conduce hacia nuestros objetivos, aquel que indica donde empezamos (aunque realmente no lo sepamos), aquel que manifiesta nuestras diversas conductas o elecciones, aquel señala nuestro final, un final que todos conocemos.


<----- Notas ----->

Si querés saber más acerca de los laberintos, o por lo menos de los mencionadas aquí,
mira esta página Experiencia Personal con el Laberinto Digital. De esta misma página fueron extraídas las imágenes del laberinto al igual que los copetes.