domingo, 1 de julio de 2007

Una representación existencial

La humanidad siempre busco dar respuesta a aquellas cuestiones que rodean su existencia. Sus orígenes, sus fines y su devenir decoraron a lo largo de la historia sus dudas. Dudas que dieron lugar al nacimiento de la Filosofía Presocrática y Antropológica, las cuales siempre buscaron la verdadera razón de nuestra inevitable relación con la naturaleza, y así, poder llegar de alguna manera a un significado razonable de la vida. Preguntas como ¿de dónde venimos? ¿hacia dónde vamos? ¿habrá fin? ¿hubo comienzo? y muchas más siempre estuvieron de la mano con la humanidad. Claramente, nunca se obtuvo una respuesta ciertamente comprobable a estas cuestiones tan complejas. Solo se dieron conjeturas que satisfacían nuestras mas profundas frustraciones por saber que somos. Mitos, religiones, teorías científicas y quizá otras presunciones fueron y son parte del conocimiento que el hombre lleva acumulado acerca de su historia y existencia.

Figura 1. El Estilo de Chartres, se designó así por la Catedral del siglo XIII en Francia, del mismo nombre, donde este laberinto se encuentra dispuesto en el piso. Comúnmente es mencionado como un circuito de 11 (once senderos o anillos que lo atraviesan, alrededor y en su centro).

Una representación exhaustiva de nuestro porvenir por la vida son los laberintos. A primera vista, un laberinto nos remite a aquel lugar donde un posible ingreso puede llevarnos a ser parte de una juego intuitivo de pasajes y encrucijadas donde la búsqueda de la salida puede llegar a convertirse en una tediosa tarea. Indudablemente, en estas circunstancias, ya se debería de conocer cuáles fueron los motivos del ingreso, y por ende, cuál seria el objetivo de encontrar un egreso. El desconocimiento o no de estos factores infortunadamente formaran parte de la razones por las cuales uno debería moverse, para de esta manera, tomar las debidas elecciones que indefectiblemente señalaran su paradero. Un paradero que podrá estar cerca de el objetivo, o justamente, mucho mas lejos de lo que se creería.

Los laberintos pueden tener miles de formas, y siempre guardando una definición solida de su geografía interna. Primero fueron de forma cuadrada o rectangular, y luego de figura elíptica o redonda pero, en definitiva, son símbolos históricos que aparecieron hace mas de 3500 años a.C. y todavía permanecen en nuestra cultura como forma de juego o escultura (en la Figura 1 se muestra uno de los primeros laberintos circulares). Pero hace muchos siglos los laberintos eran mucho mas que eso. Por aquellos años los laberintos, por ejemplo, representaban una forma de ceremonia o costumbre por la cual se "atrapaban a los malos espíritus" en su interior para salvaguardar la integridad espiritual de un pueblo.
Otro caso es en el antiguo Egipto, donde se encuentran en una tablilla de Pilo como sello de las tumbas.

Figura 2. Estilo popular llamado Clásico, también conocido como Laberinto de Creta y frecuentemente asociado a la Mitología Griega. Por lo General presenta un patrón de 7 circuitos o senderos que se dirigen hacia el centro.

El famoso Laberinto Clásico (o Laberinto de Creta) que se ve en la Figura 2 forma parte de la mitología griega y << debe su nombre a la legendaria construcción diseñada por el inventor Dédalo a pedido del rey Minos de Creta para mantener preso a su hijo Minotauro (monstruo mitad hombre, mitad toro), que acabó muerto por Teseo, quien se adentró en los inextricables pasillos dejando una huella de hilo (que le había dado la princesa Ariadna , hermana del monstruo) >>. Esta pequeña historia encierra un juego maquiavélico ( que paradójicamente, según como se plantee, podría no serlo) que esotéricamente se convierte en una representación mental de nuestra vida. Una posible pero incierta respuesta a nuestro porvenir. Claramente el tiempo dentro de él es infinito, pero el espacio es limitado. Y sus figuras monumentales recorren nuestra memoria hasta hacerla desmayar en la historia. Sin embargo, su concepto recae indefectiblemente en un grado de impotencia: la humanidad todavía no conoce su espacio universal. Es decir, carece de conocimiento razonable para indicar su proveniencia y procedencia en el cosmos. Solo conoce los espacios corroborados históricamente mediante las ciencias o disciplinas religiosas o mitológicas, obviamente también aquellos que planea recorrer a futuro. La imagen de nuestro universo es imposible de representar ya que aun no se conocen sus limites, por lo que se lo considera inmensamente infinito. Nuestra psiquis siempre tuvo la tendencia de marcar un limite, una magnitud fija de las cosas que nos rodean. Tal es así, que solo estudiamos aquello que nos interesa y dejamos de lado toda premisa sin sentido lógico conocido. Nuestra existencia y nuestra forma de pensar y razonar siempre mantuvo una relación estrecha que giro alrededor de ejes de significados muy diversos, que de alguna forma (o inconscientemente) explicaron como vivimos y porque lo hacemos. En este sentido, el laberinto tiene un papel fundamental. Y es que tiene un convenio con nosotros: es aquel que nos conduce hacia nuestros objetivos, aquel que indica donde empezamos (aunque realmente no lo sepamos), aquel que manifiesta nuestras diversas conductas o elecciones, aquel señala nuestro final, un final que todos conocemos.


<----- Notas ----->

Si querés saber más acerca de los laberintos, o por lo menos de los mencionadas aquí,
mira esta página Experiencia Personal con el Laberinto Digital. De esta misma página fueron extraídas las imágenes del laberinto al igual que los copetes.

1 comentario:

Marta dijo...

Muy bien, Erick. Usá este material y los nuevos para resolver la tercera consigna. Marta